Salvemos juntos el Ayuí

Aprende más acerca del proyecto que pretende inundar 8.000 hectáreas para plantar arroz y soja en Corrientes. Los ríos en Argentina son un bien público, sería la primera vez que una empresa se adueña de un río, en beneficio propio ¿podrían entonces otras empresas hacer lo mismo y adueñarse de cualquier río en nuestro país? Texto completo

30/7/08

El lado oscuro de la conservación

Breve historia acerca del disfraz del ingeniero Adámoli

Por Amanda Alchourón Cassieto

¿En el Ayuí también? ¿Nuevamente es “el Ingeniero” quién respalda un atropello a la naturaleza, enarbolando la bandera del “desarrollo sustentable”? Vengo siguiendo algunos sucesos de la Argentina ambiental, como cualquier ciudadana puede hacerlo. Mirando lo que hacen y lo que escriben varias de las organizaciones del sector civil. Permítanme “atar algunos cabos”, para que todos veamos quién es quién en este pastel.
Hay un común denominador en propuestas de desmonte en Formosa, en la desfiguración de pastizales de San Luis, en desbosques chaqueños, el lavado de cara de la hidrovía del Paraná y otros escenarios que imagino saldrán a la superficie luego de que el caso “Ayuí” contribuya a cerrar este círculo. A esta altura, ese común denominador, se parece a “un método”.

Es el método de llegarse con propuestas de “solución” allí donde las empresas y los gobiernos enfrentan un problema ambiental, normalmente presentado por las ONGs ambientalistas. Una propuesta de solución completamente seductora para las empresas y los gobiernos comprometidos en el caso. Porque viene envuelta en el paquete “académico”, conferido con la firma de un Profesor universitario, incluso, un “formador” de los mismos que presentan el conflicto de turno…! Alguien decididamente influyente.

Es más, una vez logrado el contrato –normalmente colocado bajo el ala de la Universidad, pero ¡atentos!, sólo “bajo el ala”, porque el caso Ayuí también contribuyó a desnudar que, por más que la tapa de una Evaluación de Impacto Ambiental diga “UBA” en algún rincón, la universidad se saca el lazo rápidamente aclarando que “No se hace cargo, y sólo le confirió al Docente la facultad de dedicar una determinada cantidad de horas al desarrollo de la consultoría externa”)­­–, aparece la parte más sustantiva de la esta “solución”: los nombres de los integrantes del “equipo de tareas” que se encargará de hacer la EIA. ¡El ingeniero se convirtió en un especialista en contratar a muchos de los mismísimos integrantes de las organizaciones ambientalistas! (el café previo incluirá comentarios como “…es un trabajo fuera de horario”; “…una mirada no vinculante”; “…la posibilidad de ayudar desde otro lugar a que esto llegue a buen puerto”). Es claro que todo eso, a las empresas y gobiernos les resulta más que conveniente.

Pero al momento en que la “solución” se transforma en una EIA (Evaluación de Impacto Ambiental) formal, con tapa, gráficos y listas bibliográficas profusas, los “integrantes” están todos adentro, figuran en la segunda o tercera página, sin nada que aclare, que “este de acá disintió…”, o que el otro “ni se enteró…”, o que “el otro había pedido que no lo nombren, o al menos, que no nombren a su institución”.

Pero Ayuí (caso que vengo siguiendo con atención), terminó también por develar esto. Porque cuando la Fundación Iberá empezó a preguntarles, por nota, a varios de los descuidados técnicos involucrados en este caso particular, encontró que ninguno de los consultados conocía la EIA, ni siquiera se las habían enviado. Pero eran “el equipo técnico”… Más aun, los consultados escribieron cosas como. “Moralmente no puedo aprobar esa represa”, “Me parece una barbaridad”, “Veo que no hicieron los estudios que sugerí que debían hacer”, “Nunca me enteré de una represa”… Basta comparar la lista de los integrantes del equipo técnico de la EIA, y las firmas de la Solicitada en Defensa del Ayuí, para comprobar alguna coincidencia, que termina por validar todo esto.

Pero ya todos se dieron cuenta de las picardías del ingeniero. ¡Hasta su maestro!, el que contribuyó a colocarlo en el sector de los prestigiosos pensadores de la conservación y el desarrollo sustentable. Los días del ingeniero, según dicen los que pasaron por sus aulas, un didáctico, estimulante y provocador de ideas, docente universitario, ya “fueron”…

Su prestigio y su talento. Sus abultados antecedentes, hoy sólo le permiten contribuir a develar que, también en la “conservación”, existe –como en la luna– un “lado oscuro”.

Nota final: En el Blog que los amigos correntinos han habilitado para la defensa del Ayuí, se encuentran muchos de los elementos señalados. Espero esta nota pueda ser incluida en el mismo.

Lic. Amanda Alchourón Cassieto
Investigadora adjunta
UGEAD

Cyberacción. Salvemos juntos el Ayuí