Salvemos juntos el Ayuí

Aprende más acerca del proyecto que pretende inundar 8.000 hectáreas para plantar arroz y soja en Corrientes. Los ríos en Argentina son un bien público, sería la primera vez que una empresa se adueña de un río, en beneficio propio ¿podrían entonces otras empresas hacer lo mismo y adueñarse de cualquier río en nuestro país? Texto completo

10/9/08

Mas Miembros Del Equipo Técnico Que Desconocen El Estudio


Las declaraciones del ictiólogo Dr. Claudio Baigún, quién figura nombrado como integrante del Equipo Técnico del Estudio de Impacto Ambiental (EIA), bajo la responsabilidad del Ing. Jorge Adámoli, apuntan en igual sentido que las del Dr. Gabriel Zunino. Claudio Baigún, Doctor en Ciencias Biológicas (UBA), Master en Ciencias Pesqueras (Universidad de Oregon -USA), investigador del Conicet y Profesor Invitado de la Universidad de Iowa, reconoció que faltaron muestreos, que no se conoce lo suficiente y que les había llamado la atención la cantidad de especies halladas con tan poco esfuerzo de muestreo. Contundente: "No tuve ninguna injerencia en las conclusiones del EIA".

Mercedes, 9 de septiembre de 2008: Un nuevo testimonio, de otro de los científicos presentados como miembro del Equipo Técnico del EIA, fue dado a conocer por la Fundación Iberá, como muestra de una más de las severas contradicciones y desprolijidades de quienes promueven y avalan el proyecto productivo que pretende represar el arroyo Ayuí.
El testimonio fue aportado por el ictiólogo Claudio Baigún, un investigador de conocida trayectoria nacional e internacional en la materia y en la defensa de los recursos ícticos: "Nuestra idea era realizar diferentes muestreos, pero desafortunadamente sólo pudo ejecutarse uno, el primero en agosto, el cual brindó una visión muy interesante de la ictiofauna y el uso de hábitats en época de estiaje. Otros muestreos programados para primavera y verano, y que estaban dirigidos a conocer si había peces migradores en la cuenca del Ayuí no se llegaron a ejecutar por razones ajenas a nuestra voluntad".

No deja de extrañar entonces que, en defensa del estudio a su cargo, el Ing. Adámoli haya declarado que el mismo había sido "minucioso" en la búsqueda de "todo impacto", en su compensación y mitigación. Vale la pena recordar su frase "Le buscamos la sexta pata al gato". Sin embargo, el especialista en peces, parece no pensar igual: "Mi opinión es que aún no contamos, en el tema peces, de una buena información de base: Falta conocer toda la información referida a la primavera y especialmente verano que es cuando los peces se reproducen".

El Dr. Baigún es otro miembro de un "Equipo Técnico" que parece no haber trabajado "en equipo": "Yo no he tenido participación en la redacción del informe de impacto ambiental, cuyo contenido no conozco. En nuestro diagnóstico no obstante realizamos varias consideraciones acerca de los impactos esperados pero ignoro si ellos fueron incorporados a dicho documento".

Lo expuesto suma explicaciones a los profundos cuestionamientos a este Proyecto de Represa que, para sostenerse, ha pretendido franquear no sólo barreras legales, sino también de la ética profesional. "Esperábamos críticas desde el punto de vista ambiental", había lanzado Adámoli intentando debilitar los reclamos de los ecologistas. Pero estos últimos veían en verdad que todo lo armado era un "castillo de naipes". ¿Cómo criticar en profundidad un estudio al que le faltan datos, no es apoyado por su equipo y no atiende las más básicas normas de la Sociedad Civil?

La Fundación Iberá había alertado previamente acerca de la existencia de miembros del equipo técnico del estudio, que ni siquiera conocían los resultados del mismo. Ante el aprieto de tamaña situación, el Director del estudio Jorge Adámoli, había preferido replicar en un mensaje distribuido en distintos foros: "Dicen eso sin mencionar a las personas, porque no tienen pruebas". Es así que los comentarios escritos del Dr. Baigún, rubricados por Escribano Público, se suman al reciente testimonio del Dr. Zunino, y son puestos en conocimiento de la opinión pública, las autoridades, las empresas y la Defensoría del Pueblo de la Nación, que lleva una investigación sobre el caso.




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9/9/08

FUNDAMA - Comunicado de Prensa


Buenos Aires, 1° de septiembre de 2008

La Fundación Argentina del Medio Ambiente (FUNDAMA) expresa su profunda preocupación por la eventual ejecución del “Proyecto Ayuí Grande” en el Departamento de Mercedes, provincia de Corrientes, República Argentina, cuyo objetivo es crear un enorme lago artificial. El citado proyecto es privado, tiene por fin ampliar la frontera agrícola del lugar, y su concreción afecta negativamente una amplia cuenca hídrica de aprovechamiento común, habitada por especies amenazadas de extinción.

Los riesgos ambientales de dicho emprendimiento no han sido evaluados, y el mismo tampoco cuenta con licencia social de la comunidad local porque no resulta beneficioso para el conjunto de la población. Su ejecución en los términos planteados aprovecharía a un ínfimo número de propietarios privados, a expensas del resto de los productores de la cuenca inferior del río Miriñay y el arroyo Ayuí.

Recientemente la provincia de Corrientes reformó su Constitución, que ahora recepta principios esenciales en materia ambiental, ya consagrados en la Constitución Nacional y en las leyes federales de preservación, como son el derecho a un ambiente sano, al acceso a la información ambiental y la obligatoriedad de evaluar el impacto ambiental de todo emprendimiento susceptible de causar efectos negativos en el ambiente, entre otros.

Por ser una provincia rodeada y cubierta de agua, Corrientes cuenta con una rica regulación legal cuyas prescripciones prohíben el proyecto intentado, preservando para todos los correntinos derechos que son inalienables e imprescriptibles. Sus normas vedan expresamente toda alteración de los cauces naturales, de sus regímenes, de la naturaleza y calidad de sus aguas. El poder judicial de la provincia ha hecho aplicación frecuente de estas normas, proveyendo a la protección y preservación de las cuencas correntinas, aún en desmedro de lo resuelto en las disposiciones administrativas, cuando estas han resultado insuficientes para proveer adecuada protección a los derechos conculcados.

Hoy el agua ya no puede considerarse sólo un recurso. Por la importancia que tiene para la preservación de la vida y la salud, es considerada un derecho humano en todo el orbe.

FUNDAMA reconoce las necesidades humanas de progreso y de crecimiento, siempre que su velocidad o su costo no alteren las posibilidades existenciales de las generaciones futuras. Para ello los emprendimientos deben contar con licencia social y respetar la normativa vigente de preservación ambiental. Exhortamos a las autoridades de aplicación a acatar rigurosamente la legislación vigente, en todos los procesos relacionados con las autorizaciones que requiere el Proyecto Ayuí Grande.

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5/9/08

LOS ÚLTIMOS RETAZOS DEL PARAÍSO


Por Jorge Cappato (*)

“No tenemos que construir un paraíso, la Tierra lo es.
Sólo tenemos que volvernos aptos para habitarla”
– Henry Miller, 1941

“Imagina a la gente / viviendo la vida en paz…
Sin necesidad de codicia o hambre / compartiendo el mundo...
Puedes decir que soy un soñador / pero no soy el único
Espero que algún día te nos unas..”
– John Lennon. Imagina, 1971


Imagina un mundo donde queden muy pocos retazos del paraíso que fue la Tierra antes de que la especie humana inventara las topadoras, las motosierras, los agrotóxicos, los monocultivos, los transgénicos y las represas.

Imagina un mundo donde las especies se extinguen, y que muchas de ellas desaparecen para siempre sin siquiera haberse estudiado. Y que desaparecen a un ritmo increíble, sólo comparable al ritmo inverosímil al que se expanden millones de hectáreas de monótonos sembradíos –no para aplacar el hambre del mundo sino para criar cerdos y producir jamón que consumirán unos pocos, o para alimentar las fábricas de biocombustibles sin importar que a otros –seres humanos–, les falte alimento.

Imagina un mundo donde se queman intencionalmente los últimos bosques y donde –bajo los embalses implacables de las represas–, se ahogan y sepultan para siempre algunos de los últimos santuarios de la naturaleza y de la vida.

Imagina un mundo donde hay gente que no se conmueve ante el canto de los pájaros, ni ante la belleza del silencio, ni ante el fulgor único de un atardecer. Gente que es capaz de todo por aumentar su poder, por acumular dinero. Gente para la cual la naturaleza es un espacio vacío e inútil que hay que ocupar, transformar –cualquiera sea el costo social o ecológico–, para poner a “producir”. Gente que paga a otra gente para que justifique “científicamente” este costo impagable y, como los sofistas en la antigua Grecia, encuentre argumentos para prometer lo imposible: que este estilo de “progreso” beneficiará a todos.

Gente que no sabe, no siente, o no entiende, o no quiere entender, que la naturaleza produce. Produce cosas palpables –e intangibles–, que sólo los ecosistemas naturales pueden producir y mantener. Y algo fundamental también para tener en cuenta: que sólo la naturaleza puede producir gratis cosas que, además, son indispensables para nuestra vida.

Porque nada ni nadie, aparte de los ecosistemas naturales, puede producir y mantener gratis –absoluta y totalmente gratis: peces, agua dulce, oxígeno, madera, pájaros, clima predecible y agradable, nubes, lluvias, praderas, suelos fértiles, bosques, ríos, paisajes únicos, sonidos únicos, silencios únicos… Es decir, el cimiento vital para la existencia de sociedades prósperas, estables, seguras, felices, sostenibles y productivas.

Entonces, imagina un mundo donde hay gente que no se conforma con las millones de hectáreas que ya existen de cultivos; gente que no piensa en recuperar suelos que ellos mismos agotaron… y que vienen por más. Gente que no entiende que es necesario, más aún, imprescindible, que –si queremos que nuestra especie sobreviva–, sepamos conservar, proteger, mantener y defender los últimos retazos de naturaleza que quedan en nuestro planeta.

No quizás para preservarlos totalmente en un ciento por ciento intactos, pero sí para utilizar estos últimos trozos de lo que fue un paraíso, con prudencia, inteligencia, cuidado extremo y a perpetuidad. Incluso, ¿por qué no? para obtener beneficios económicos, sí, pero para la gente, protegiendo al máximo y simultáneamente estos ambientes. Beneficios en primer lugar para las comunidades locales. Beneficios sostenibles proporcionados por actividades verdaderamente amigables con el ambiente; diseñadas e implementadas con la gente y para la gente, y no para unos pocos “inversores” –subversores del buen vivir, extintores de la vida plena, especialistas en falsas promesas.

Quizás así podamos imaginar otro mundo. Un mundo donde es posible que la gente tenga un trabajo digno, educación, salud, y que además conserve su cultura y su estilo de vida, sin tener que destruir su entorno. Sin tener que tolerar que se les diga –y se les induzca a aceptar–, que contaminarse “un poco” y perder la naturaleza que les pertenece es el necesario “precio del progreso”. Quizás así podamos imaginar un país donde hay espacio para los que cultivan, espacio para las industrias, espacio para los pueblos y ciudades, pero también un lugar para los bosques, para los ríos y para el resto de naturaleza que nos queda.

Un mundo donde finalmente la mayoría comprenda que en esta guerra contra la naturaleza, los que perderemos más (o todo) somos –responsables o no–, cada uno de nosotros. Que conservar lo poco de naturaleza que nos va quedando no es un capricho, sino una necesidad imperiosa, un tema de supervivencia de nuestra especie, una cuestión científica fuera de toda discusión. Que es necesario un equilibrio entre la cantidad de ecosistemas transformados (simplificados), sean urbanos, agrícolas o industriales y la cantidad, la proporción de ecosistemas naturales (complejos y altamente productivos) que nos quedan. Y que muy probablemente ya hemos traspasado el límite, la carga, que la Tierra y sus sistemas –que sustentan nuestra vida, es capaz de soportar.

Entonces imagina un mundo. Un mundo donde el Ayuí siga corriendo. Donde los peces, los pájaros y los árboles, los amaneceres y los atardeceres del Ayuí, la luna y las estrellas reflejadas en la noche de sus aguas, sigan alimentando nuestro cuerpo y nuestro espíritu.

Un mundo donde éste lugar –que es un lugar absolutamente único para todos, y especialmente para quienes lo aman y viven allí, o cerca de él–; donde este espacio, este paisaje, que es unos de los pocos retazos del paraíso que aún podemos conservar, sobreviva porque hayamos logrado salvarlo.

En ese mundo, podrás llevar un día a tus nietos de la mano, llegar hasta ese lugar sagrado y, con orgullo y lágrimas en tus ojos de anciano o anciana, decirles: _Lo defendimos para nosotros, y para que vos también puedas verlo.

(*) Jorge Cappato, Presidente, Comité Regional Sudamericano de UICN Director Gral, Fundación PROTEGER

Foto: Ayuí Grande; gentileza Aníbal Parera

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2/9/08

Estudio de Impacto Ambiental del Ayuí



Varios miembros del supuesto "Equipo Técnico" directamente lo desconocen

Uno de los testimonio es del Dr. Gabriel Zunino (prestigioso biólogo del Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia), quién se sorprendió al figurar en la carátula del cuestionado "Estudio de Impacto Ambiental" con que las empresas COPRA y ADECOAgro pretenden respaldar la inundación del Ayuí.

Mercedes, 2 de Septiembre: La Fundación Iberá dio a conocer información fidedigna que contiene las declaraciones del Dr. Gabriel Zunino, quién se manifestó ofuscado por la exposición de su nombre en una Evaluación de Impacto Ambiental del Ayuí que ni siquiera conocía y no tenía su consentimiento: "No tengo el proyecto, sería bueno recibir uno".

"No entiendo cómo es que figuro en el equipo técnico. El trabajo lo hice para la Dirección de Fauna. La Dirección de Fauna le hizo correr con los gastos de nuestros viajes y traslados a la empresa. Supongo que por eso ellos consideraron que fuimos parte de su equipo técnico", manifestó Zunino.

Las valientes declaraciones de Zunino dan cuenta de que sus trabajos fueron realizados hace muchos años, en otro contexto, y que son "obsoletos" para el contexto actual.

"Dije en un informe que vi algunos animales. No tiene nada que ver con la decisión o no de hacer una represa. De todas maneras voy a contactarme con gente de Fauna. Es extraño que figure además en el equipo técnico Guillermo Cao quien en ese momento era funcionario de Fauna y él fue quien coordinó ese trabajo y requirió mi asistencia".

El testimonio de Zunino es contundente: "Los trabajos de ese informe técnico tienen cerca de 10 años. Son totalmente obsoletos". Ante esta declaración, conviene tener en cuenta los dichos del responsable de la Evaluación Ing. Jorge Adámoli a Momarandú Digital: "Todo posible impacto fue investigado y ensayado según miles de posibilidades, para subsanar hasta el mínimo riesgo". Adámoli había agregado en su defensa del estudio: "Le buscamos hasta la sexta pata al gato, medimos hasta el impacto del paso de los camiones."

El Estudio de Impacto es responsabilidad directa del Ing. Adámoli, profesor de la UBA, quién pocos días atrás había hecho circular un mensaje alertando que quienes defienden el Ayuí emplean mentiras y agravios, y los había calificado de "Ecopatoteros", mencionando que "no tenían pruebas" acerca de que algunos miembros del Equipo Técnico ni siquiera conocían el Estudio.

Por tal motivo, la Fundación Iberá decidió dar a conocer estos testimonios y ponerlos a disposición de la Actuación 3950/08, que el Defensor del Pueblo de la Nación ha iniciado en torno a este escandaloso asunto.




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Cyberacción. Salvemos juntos el Ayuí